viernes, 4 de diciembre de 2009

Todo concluye al fin...

Canción que me remite indefectiblemente a la película "Tango Feroz", por ese entonces si mis cálculos que no me juegan una mala pasada yo me encontraba cursando el 4to año de secundaria. El tema de la finalización de una etapa, es un pensamiento recurrente que se me viene presentando cada día con más frecuencia. Recuerdo que la 1ra vez que sentí finalizaba una etapa "real" importante en mi vida, fue el día que volví de mi viaje de egresados de la primaria. Luego de aquellos 7 días de maravillosa y virgen libertad, llegué a mi casa, deposité el bolso en el pido de mi habitación e inmediatamente me invadió un espíritu depresivo que me hizo llorar sin pausa; inmediatamente corrí al baño a encerrarme y de esta forma evitar que mis padres me vieran. Si bien esa no era la 1er vez tomaba conciencia de que una etapa verdaderamente importante se estaba terminando, sino que un día antes, la noche anterior a emprender el regreso a nuestros hogares, tuvimos un fogón hermoso. Si bien el mismo estuvo plagado de lugares comunes, frases hechas y repetidas hasta el hartazgo por los coordinadores. En ese momento y con mis apenas 12 años de vida, hicieron mecha en mí.
Esa fue sin lugar a dudas, la 1ra vez que lloré de emoción sin importarme el que dirán, no recuerdo si otros varones lloraron también, supongo que no habré sido el único.
Como broche de oro, nos regalaron un payaso de porcelana a cada uno, el cual hasta el día de hoy conservo. Jamás imaginé que me iba aferrar tanto a un simple muñequito de porcelana. Pero evidentemente, recién cuando llegué a mi casa, y luego de la alegría de ver a mis padres y hermanos nuevamente, de los cuales hasta ese entonces, jamás me había separado, comprendí que una etapa importante en mi vida acaba de terminar, nada más y nada menos señores que toda mi niñez. A partir de ese momento y cada vez con más frecuencia me detengo a reflexionar sobre los distintos "finales de etapas", por supuesto q medida que van pasando los años, los finales no solo son más intensos, sino lamentablemente más dolorosos, tal vez porque uno a medida q va creciendo, va tomando más conciencia de todo. De lo que tiene, de lo que le falta, de los tiempos que nos van quedando para hacer algunas cosas, etc., etc. Podría estar horas hablando de todas las etapas que ya finalizaron en mi vida, sobre todo de los finales que vinieron posteriormente, los cuales ya le daré el lugar que se merecen en este blog - diario - catarsis, o como les guste llamarlo. El tema es que no me quiero desviar (Mucho más de lo que ya lo hice.) del final de una etapa que tuve el placer de compartir con la familia de mi madre el pasado domingo 23/8.

Comprendiendo que hasta aquellas etapas que parecen interminables, como la vida misma supongo (Que frase cursi por dios! pero me viene muy bien en este momento.), siempre tienen un final. Luego de 37 años, mi tío, se había decidido a su pizzería. Recinto que supo brillar en la época de las vacas gordas de Argentina, celoso refugio del típico hijo de inmigrantes Españoles, los cuales llegaban a Bs As con una mano a delante y la otra atrás, a hacer "la América", dejando atrás una de las tantas penosas e inútiles guerras del pasado. Trabajo que principalmente le permitió educar a su pequeños 3 hijos, hoy transformados en "profesionales", según el mandato de una familia bien constituida, "como dios manda" (Obviamente estoy siendo muyy irónico, pero con humor.) más allá que adoro a mis primos, y vale la pena aclarar, ya que no quiero herir susceptibilidades, no veo nada de malo en como fueron educados, por sobre todas las cosas son 3 seres humanos excelentes. Quienes muy sensibilizados (Más de lo que yo esperaba.) se iban acercando a cada una de las mesas que se habían dispuesto en la vieja pizzería de mi tío, cual quinceañera que retrata el momento más importante de su vida hasta ese entonces. Ellos, mis primos, así se comportaban esa tarde soleada de invierno. Sin que nadie les preguntara nada, sentían cierta obligación por describirnos alguna anécdota vivida en aquel comedor de minutas, situado en la pintoresca localidad de San Fernando. Aquel cafecito de la mañana antes de ir a trabajar, los sábados de fiesta cuando se reunía toda la familia, simulando que habían salido a "comer afuera", aunque en esas veladas no se pagaba la cuenta y había que compartir la botella de Coca Cola con tu hermano, intentando de una forma u otra, que no se notara tanto el mangazo.

Lamentablemente no pude cumplir con el horario que la familia había fijado para el almuerzo y llegué justo para degustar las últimas porciones de un pizza bien grasosa, tal como la recordaba desde mi infancia, cuando tal vez no le prestaba mucho interés al tema de la comida, ya que por esos tiempos lo más importante era jugar en la vereda con mi prima, mientras que los "grandes" consumían como si fuera la última cena.
Avanzada la tarde y de forma casi sorpresiva, la más grande de los 3 hermanos profesionales, quien había hecho un largo viaje desde Bahía Blanca con motivo del evento, alzó su antiguo vaso de fonda (Nada más lejos de una glamorosa copa, pero que al fin y al cabo cumplía sin restricciones su cometido.) y en un tono muy bajo, el cual casi nadie percibió, hasta que el 1er. osado empezó a chistar al resto de la bulliciosa familia. Inmediatamente unas vergonzosas, simples y tiernas palabras se desprendieron de su boca: "quiero agradecerles a todos por estar acá, compartiendo este momento tan especial con nosotros y principalmente a esta pizzería que nos permitió tener todo lo que tenemos hoy". Seguramente intentó decir algo más inteligente o extenso, pero hacia el final de la 1er frase su voz empezó a quebrarse.
Estaba claro que ese "TODO" no solo se abarcaba a los bienes materiales, sino a toda una vida, a toda una etapa transcurrida en ese lugar, que en pocas horas ya no les iba a pertenecer más y pasaría a transformarse en un supermercado chino.

Al finalizar su discurso e inmersa en una especie de retrospección al pasado, su cuerpo de mujer adulta se transformó sin previo aviso, en el de la niña que años atrás había sido. Y sorpresivamente empezó a golpear repetidas veces el hombro de su hermana menor, quien había estado a su lado durante su breve discurso, sin poder controlar sus lágrimas que ya nada podían hacer en su defensa, ante el reclamo de su hermana. Quién con la misma insistencia le decía: "Menos mal que íbamos hablar todos, después soy yo la llorona". Mientras que sus padres, intentando restarle importancia al momento, tal vez para no mostrase quebrados ante sus hijos o el resto de la familia, se dedicaban a repartir las últimas porciones de pizza a unos comensales por demás satisfechos con el banquete y con el momento.

Dicho palabras, inevitablemente intentaron, sin mayor éxito, salvaguardar un dolor de perdida ineludible, el cual iba a finalizar cuando se bajara la persiana, al caer el sol de ese domingo, al dejar de iluminar el desvencijado cartel de neón que decía "Grill Genaro II Pizzeria". No me quise quedar hasta el final, comprendí que era un momento demasiado intimo, aunque se por buena fuente, que al caer el sol y sin mayores preámbulos, bajaron la persiana ante la mirada de los 5 y se despidieron con un corto abrazo. Pero al volver a sus respectivos hogares, todos lloraron. La hermana mayor lo hizo a la noche, en el colectivo que la regresaba a Bahía Blanca, el hermano lo hizo inmediatamente durante el retorno a su nuevo hogar en Olivos, en el interior de su auto, mirando por la ventanilla y de forma disimulada para que su pequeña hija, quien iba en el asiento de atrás no lo viera. La hermana menor, lo hizo apenas llegó a su departamento, en su cama, abrazada a su marido. Su padre lo hizo en el baño y su esposa (Mi tía.) en la cocina, escondidos ambos de ambos y con deseo frustrado de encuentro.
No se si lo se por buena fuente o este último párrafo lo estoy inventando, dándole rienda suelta a mi espíritu de dramaturgo abandonado, ya que no lo presencié. Pero al fin y a cabo, estoy tan contento de haber ido esa tarde de domingo, cuando en realidad, luego de una noche agitada, no tenía intención de salir de mi departamento. Que bueno que lo hice, que bueno que de una forma u otra pude esta allí, sintiendo aunque sea por una tarde, que mi vida pasaba dentro de mi, auque en cierta forma, siendo protagonista de un momento que no era mío.
El final de una larga etapa de 37 años… continuarà.


lunes, 9 de noviembre de 2009

PROLOGO

Finalmente he caído en las garras y por que no en la tentación de escribir mi propio blog. Siempre tuve ganas de hacerlo, ya que hasta el momento todos mis blogs han tenido que ver con mi trabajo. Sirviéndome como una especie de puente promocional entre mis obras, los espectadores y los alumnos de mis workshop. Pero al mismo tiempo pensaba que era un acto de egocentrismo total y que todo individuo que se decidiera a escribir pasajes de su vida por este medio, más o menos íntimos, era una especie de exhibicionista al pedo. Además pensaba "a quien carajo le va a interesar la vida de una persona común como yo", o solo el hecho de recordar las pavadas que escribían algunos, como informándonos a modo de relato seudo Sthepeen king, como se cepillan sus dientes, o como amanecieron un noche más sin coger. Me hacia desistir casi sistemáticamente a la idea de crear mi propio blog. En fin, tampoco quiero alzar el dedito acusador ya que desde el día de hoy, me sumo a esta movida un tanto "nerd" de contar mis intimidades a través de un blog.
No se bien aún, que cause final le daré a este, o cuanto interés despertará en mi la situación de ingresar un post cada tanto, porque tampoco pienso tener la rutina de escribir día a día. No tengo una vida muy agitada o novelera con mucha tela para cortar, por lo que intentaré elegir con extrema puntualidad que hechos, situaciones o momentos de mi vida contaré.
Ahora lo que si es verdad, es que desde hace algunos años, vengo sintiendo la necesidad de escribir algunas cosas que me pasan. Tal vez sea por mi origen de dramaturgo, o bien porque como el título de mi blog lo referencia, siento como que mi vida está transcurriendo sin mí, como si me sentara a observar desde un banco de una plaza como juegan los demás niños. Cuando en realidad me estoy muriendo de ganas de tirarme por el tobogán. No me gusta este período de mi vida y quiero modificarlo de manera urgente. Me están pasando cosas geniales y otras no tanto, calculo que como a todos los seres humanos, nada es como uno quiere que sea y no existe la vida perfecta. Eso lo tengo claro, es hasta casi una frase cursi, y como tal, una gran verdad. Pero necesito imperiosamente empezar a vivirla, ya no quiero que mi vida pase fuera de mí, sino dentro de mí. Se que no va hacer fácil el cambio, pero el solo hecho de "intentarlo", ya significa estar en acción y por ende haber dado el 1er paso.
Hoy empieza el cambio, mi cambio y la verdad que no tengo ninguna expectativa de cuanta gente leerá este blog con el tiempo, tal vez nadie lo encuentre jamás. Tema que no me preocupa demasiado, ya que si bien me alegraría muchísimo saber que alguien lee lo que uno escribe y si esas líneas logran interesar y por que no ayudar a esa persona, doble objetivo cumplido señores! Aunque debo ser sincero conmigo mismo, y tener en claro que mi blog encierra un costado muy egoísta de mi ser, que es ni más ni menos que estar bien yo, o porque no... Mejor aún (Me gusta más está última frase.)

No está de más la aclaración, que tendré que guardarme la mayoría de los nombre propios e intentaré controlar las imágenes que suba al blog, ya que mis seres queridos, a la fecha, desconocen la existencia y obviamente en ningún momento decidieron exponerse en el. Pero como mi vida, en gran parte también son ellos, es inevitable que los traiga a colación por este medio. Supongo que la mayoría nunca se enterará y si ello pasará, espero me sepan disculpar. De hecho estoy seguro que si lo llegaran a leer me van a entender más que nunca.

Bienvenidos señores, a la penosa vida (Por ahora.) de un ser común.
Mi vida fuera de mí.

Continuará...