jueves, 16 de diciembre de 2010

No me gusta Diciembre

                                                                  El finale

Cuando era pequeño y casi sin tener conciencia de que se llamaba diciembre, este mes solía ser de felicidad plena, de un ingenuo gozo, de sorpresa sin restricciones y espíritu de algarabía constante.
El tema de adelantar junto con mis primos, los relojes para que nuestro tío Pancho nos diera las regalos antes de las 12pm era un éxtasis total.
Pancho era el tío culto y solterón de la familia, el cual vivía en su coqueto departamento de Montserrat junto a mi amada abuela María (Hoy de apenas 101 primaveras.) Tal vez debido a la ingenuidad que me proporcionaba mi corta edad, todo se veía con extrema alegría: mis padres, mis tíos eran perfectos. No tenían fisuras y ningún conflicto se percibía en el ambiente (Desde mi óptica, claro). La mesa era lujosa y desbordaba de platos deliciosos, los cuales casi ni probaba ya q esa noche la prioridad era jugar o bien convencer a los "grandes" para que nos llevaran a ver los fuegos artificiales a la vereda. Y una vez pasadas las 12pm, y luego de recibir los regalos del tío Pancho, el segundo objetivo eran mis padres, había que sacarlos cuanto antes de la reuniòn familiar para salir corriendo a casa y ver que nos había dejado Papá Noel, aunque en la mayoría de los casos, durante el vieja de Montserrat a Olivos, junto con mis hermanos nos quedábamos dormidos y terminábamos abriendo los regalos a la mañana siguiente.

El año nuevo, era una fiesta que vivía con una alegría similar, aunque me costó varios años comprender que no había regalos. Igual la excitación esa noche se condensaba en las vacaciones, ya que al día siguiente partíamos con mi familia a Brasil durante todo el mes de enero. Tiempo que se volvía eterno en mi relajada niñez.
Con el correr de los años, y con la irrecuperable pérdida de la ingenuidad, año tras año le fui tomando determinado fastidio al mes de diciembre.
Siempre sufrí bastante con las despedidas, con los finales de cada etapa: La finalización de la primaria, la secundaria, el conservatorio de arte dramático, una temporada, un curso. Todos ciclos los cuales por lo general tienen su fin en el mes de diciembre. Tal vez sea porque me cuesta tanto empezar e instalarme que cuando llego al clímax, cuando supongo que tengo todo resuelto y que puedo empezar a manejarme como un pez en el agua, se termina... llega a su fin. Me cuesta tanto aceptar que todo lo que empieza tiene un final marcado.

Con mi familia me pasa lo mismo, si bien disfruto enormemente estar con ellos, sobre todo con la familia de mi madre. Llega un punto que tal vez por la rutina del festejo (Comida + bebida + brindis + bebida + fuegos artificiales + bebida + papa Noel trucho + brindis + regalos + brindis) que me aburro. Sobre todo en año nuevo, cuando me toca con la familia de mi padre, cena en la cual, el panorama es mucho más decadente. Y por supuesto todo pasa en diciembre!!!
Esto sin contar el temita del calor, el cual durante estos últimos años se ha empeñado en adelantar el verano llegando a picos de calor de 40 grados (!!!)  los cuales muchas veces no llegan a repetirse en pleno Enero o Febrero. Odio el calor!!! llegar a la oficina todo pegoteado, cagarme de frío 8 horas y luego salir a la puta calle a chivar nuevamente. Pegarme en la silla cuando me siento a escribir por 2 horas seguidas una obra en mi lap top. La cara de orto de la gente en el tren, la cual debe ser similar a la mía a pesar de que tengamos la suerte de viajar en un tren que cuenta con aire acondicionado. Que me transpire la nuca y que mi energía corporal sea "menos 10".
En los shoping las personas corriendo como Linda Blair en pleno exorcismo detrás de un hombre con sirena en mano anunciando descuentos imperdibles, con sus bolsas repletas de regalos que alguna fucking campaña de prensa una vez instauró casi como una obligación (Hay que comprar regalos.) creándonos complejo de culpa a los que decidimos revelarlos contra ello. Seguramente este invento fue creado para la misma época en la que Coca Cola inventó el Papa Noel, vestido con los mismos colores de su producto estrella.

Por todo esto y por mucho más, cuando se acerca el mes de diciembre, el final del año, la época de balances, de las fiestas de fin de año, de poner en la vitrina de vidrio los lauros obtenidos me invade un espíritu bajo, melancólico, de insatisfacción. Tal vez se lo debo atribuir a mi "faltante" de logros de los últimos años, a mi desinterés por los últimos proyectos (Tanto los que me han ofrecido como los propios) a mi falta de objetivos claros, a esta modalidad de mierda que me viene ganando terreno otra vez, este capricho de vivir mi vida fuera de mí... en estado pasivo. Confieso que no me gusta vivirlo así, y se que diciembre no me ayuda. Deseo tener las fuerzas este 2011 y trabajar para un diciembre mejor, rodeado de mi familia, rodeado de mis amigos (Este año me hice el boludo y les dije que tenía otro compromiso y no los ví. Ni en navidad ni en la fiesta de año nuevo.) de trabajo, pero del bueno, del que hace unos años soñaba como "el ideal" y hoy casi no me mueve un pelo (No saben con el dolor que digo esta última frase.)

Por supuesto que me han pasado cosas buenas este 2010, y fiel a mi estilo, las reduciré a la mínima expresión en el siguiente post llamado "Bienvenido 2011".


Ya verán.


Continuará...

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