sábado, 14 de abril de 2012

VIERNES 13



Hoy el día en mi empresa no puede ser peor, creo que es uno de los peores. Ya todos la estamos pasando mal, no se ve solución posible a futuro y todo el panorama tiende a empeorar. Lógicamente lo único que me retiene en este lugar es que ya nos han prometido, en caso de quiebra, una indemnización la cual no va a ser realmente la que nos corresponde… pero bueno, teniendo en cuenta la situación “es lo que hay” (Detesto esta última frase).
De más está describirles el estado emocional y de nerviosismo en el que encuentro; juro que deseo accionar alternativas de trabajo, envío de e-mails a mis amigos para decirles: -“chicos si saben de algo chiflen!!!”, terminar de escribir alguna de las tantas obras de teatro que he empezado, pero todo me es imposible; de solo pensar  en todas las responsabilidades económicas que tengo me genera un estado de shock permanente. Pero ayer, en un arrebato desesperado sentí la necesidad de escribir un mail a uno de los productores teatrales más importantes de la Argentina, idea que vengo meditando desde hace varios meses aunque con distinto plan. La idea inicial siempre fue terminar de escribir “Acumuladora” (Mi 1er. obra con intenciones comerciales) y luego contactarme con este sujeto para ofrecérsela, pero tal vez embriagado en mi estado actual, anoche me puse a escribir sin pensar un e-mail larguísimo, el cual contiene las cosas más inverosímiles que jamás escribo.
No sé que me pasa, escribirle a un productor que ni conozco de esa forma? Contarle mi carrera y fracasos como si fuera una entrevista que nadie me pidió? Pero bueno… lo hice amigos, lo hice como un loco y con un hambre feroz que hace años no siento. Luego de apretar “enviar” chequeé el rejo (4 am), apagué la laptop y dormí plácidamente.
Al día siguiente, cuando llego a la oficina, el primero que veo en mi bandeja de entrada es la respuesta de este productor. Sin llegar a leerla y teniendo pánico a su respuesta, decidí mantener la adrenalina de la “supuesta aceptación”, aquella que dejé de sentir el mismo día que puse una pausa en mi carrera artística. El día entero me cambió, caminé con felicidad a mi casa, mi hice unas exquisitas hamburguesas caseras rellanas de mozarela con tomate secos, comí y dormí con tanta paz; con tanta alegría. Sentí que después de tanto tiempo estaba haciendo algo por cambiar el rumbo de mi vida. Sin dudas, este punto es lo que más me molesta de mi presente, el hecho de tener la plena seguridad de estar haciendo “nada” por cambiar el presente que siempre estuvo en mi poder, aunque en momentos decidí mirar al costado.             
 La respuesta del productor? No, aún no la leí.  Tengo claro que nadie me va a llamar para ofrecerle laburo a un director de teatro que hace 4 años por cansancio, por miedo, por frustración o por lo que sea, decidió alejarse del medio. Sé que un e-mail lleno de sincericidio no me abrirá ninguna puerta nueva y que la lucha recién empieza y me queda un largooooo camino por recorrer, además de unos cuantos portazos. También tengo claro que seguramente su respuesta sea un simple: “Gracias por comunicarte conmigo” o lo que es peor, una fría respuesta automática indicándome que su mensaje ha sido recibido con éxito. Pero sin embargo amigos, estos dos días de infantil misterio o de evación a mi realidad al negarme abrir su e-mail me hicieron sentir tan bien; me dieron esperanza y no quiero que se termine. Sobre todo en estos días tan oscuros que estoy atravesando... pero bueno, tampoco me caracterizo por ser negado, os prometo que hoy mismo voy abrir ese e-mail y en el próximo post les publicaré textual la respuesta y como dice una querida amiga mía cada vez que llega de sus continuos viajes relámpagos de Miami: “Bienvenido a la puta realidad”.


Continuará…

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