lunes, 2 de agosto de 2010

"Los domingos en familia" (Cap. 2)

Ayer domingo tuve la suerte de ir a comer a la hermosa casa de mis padres, llegué casi a las 9 pm y la cena estaba prácticamente lista. Siempre me gusta llegar más temprano ya que de esa forma puedo disfrutar un poco más a mis padres, debido q más tarde suelen sumarse a la reunión casi 10 personas más, entre hermanos, primos y sobrinos.
Este domingo éramos menos, solo estaba un tío, mi primo con su esposa e hija y lógicamente mis padres. Lo cual me permitió hablar un poco más, dentro de lo que mi querida madre me permite, ya que es una persona que habla hasta por los codos. Es casi imposible meter un bocadillo y lo que es peor, a veces te hace una pregunta, continúa con otros temas y luego (30 min. después), ante tu sorpresa te reclama dicha respuesta. Yo pienso que en otra vida debería ser conductora de un magazine.
No fue una noche especial o diferente a otras, pero hubo dos pequeños detalles con el mismo sabor agridulce (Entre feliz y triste.) que me llamaron la atención; uno de ellos fue apenas llegué. Mi padre me recibió junto a la chimenea cual postal de familia norteamericana con el faltante de nieve en el porch y el inconfundible aroma a "hogar", valga la redundancia de la casa de mis padres me invadió como lanza certera. Luego de saludar a todos y de entregarle el atrasado presente por su cumpleaños a mi primo (Un libro de Stephen King), me dirigí a mi ex habitación. La puerta estaba cerrada y al abrirla un aire frió me penetró los poros de la cara, la contraposición con el resto de los ambientes era notoria. La enorme habitación dividida por una arcada estilo colonial, con su estufa apagada se veía tan vacía. Mi hermano mayor, fue el 1ro en abandonarla, años más tarde me tocó a mí cuando decidí irme a vivir solo y desde hace 2 meses, le llegó el turno a mi hermano menor, quién se encuentra en España por lo menos hasta fin de año y quien este fin de semana se escapò con su novia a Londres (Que fin de semana distinto al mío no? ni mejor ni peor, solo un avismo).
Cada vez que ingreso a esa habitación me invade un dejo de tristeza, tantos años transcurridos en ese ambiente, tantas noche compartidas con mis hermanos, cumpleaños, horas de laburo frente a mi notebook en ese escritorio. Es como una postal de una vida que ya fue, que ya pasó. Una etapa que finalizó, con todo lo lindo y feo que el tiempo encapsula con la misma frialdad que sentí al ingresar ese domingo. Por lo gral. siempre me quedo unos minutos como tratando de recordar alguna anécdota o bien otras tantas me hago el que no veo nada, entro tiro mis petates y salgo raudamente, como quien no quiere recordar.

El 2do detalle lo noté ya en la maciza mesa de roble de la cocina; ese domingo como éramos apenas 7 personas pudimos comer allí. Apenas iniciada la cena, uno de los comensales propuso un brindis, el motivo del festejo (?) era por mi tío, quien acababa de jubilarse, y al día siguiente ya no tendría que ir a laburar más. Situación que alegraría a cualquier persona que viviera en el 1er. mundo pero que en nuestra querida Argentina suena más a un: "A los 69 años no servís, a ver como te las arreglas ahora".
Si bien estuvo claro que cuando uno alza la copa para brindar es por un buen motivo, uno no suele brindar por la muerte de un familiar, ni por el fracaso de un amigo, no? El brindis tuvo como un sabor inocultablemente agridulce, el cual lo pude notar en los ojos de todos los comensales, exceptuando a mi pequeña sobrina de 4 años de edad, quien por suerte aún reposa en su inmaculada ingenuidad, ajena a todo.
Esta bueno en este punto hacer un parate y darles una pincelada acerca de la personalidad de mi tío, como para que entiendan mi reflexión un tanto pesimista sobre este brindis:

Mi tío es un soltero empedernido de apenas 69 años, siempre fue un hombre de campo y en los últimos 20 años se dedicó a manejar una de las sucursales de una tienda de ropa (El dueño es amigo de mi padre de toda la vida y debido a su salud el hijo se ha hecho cargo de la empresa familiar.) y desde que tengo uso de razón siempre fue un hombre totalmente esquemático. Era casi imposible que alguien lo puede sacar de su apacible rutina. Creo que el único divertimento de sus fines de semana fue irse a la internar a la quinta, ponerse su traje de asador y guay! con que alguno se lo ocurriera tomar ese rol, deberían pasar por su cadáver. Su única salida fuera de esta actividad creo que fue la cena de fin de año con los empleados de todas las tiendas, la cual se realizaba en un espacio diferente cada año y a regañadientes solía ir.

Esperando que estos datos hayan servido como para aclararles el perfil de mi tío, vuelvo al momento del brindis:
Al chocar pude advertir cierta cadencia no del todo plancetera en nosotros. La mirada de mi tío parecía exclamar un: - Y ahora que? -. De hecho, inmediatamente mi primo le preguntó: -Que vas hacer mañana?. Ante la fría respuesta de tío con un: "-No se".
Esas últimas palabras me dejaron pensando mucho en el viaje de retorno a mi hogar, sobre todo me detuve en dos cuestiones, una más cruel que la otra:

1) Que injusta que son algunas cosas en nuestro país. El momento de jubilarse para una persona debería ser el más feliz de su vida, en el cual solo deberías pensar con mano me rascaré mejor el culo de ahora en más! Y sin embargo, lejos de ese actividad, uno se debe poner a pensar: "Como haré para mantener de ahora en más mi estilo de vida". Aunque mi tío no dijo una palabra, ya se que pensó en eso.
2) Mi tío es el claro ejemplo de todo lo que yo no quiero ser. Se que debe sonar horrible que diga esto de él y si me atrevo a escribirlo es porque se que nunca lo va a leer. Al margen de que lo quiero muchísimo, no deseo llegar a jubilarme así de solo, sin proyectos, sin amigos, sin relaciones más allá de nuestra familia, lo cual se que no es poco y que algunos ni eso tienen, pero eso solo no es la vida. Creo que se ha perdido de tanto... de tantos viajes, de tantas anécdotas, de tanta desestructura. Ojo que cada uno es como es o como le conviene ser, cada es artífice de su destino y jamás diría lo que estoy diciendo si no estaría seguro de los más importante, de lo que todo ser humano siempre persigue en el fondo, que es la felicidad. Estoy convencido de que èl no es feliz plenamente tal cual es. Lo pude ver en sus ojos en el momento de chocar las copas, en ese "No se" que dijo a media voz, y lo confirmè en los más triste de todo, nuestra cara de compasión disfrazada de falso festejo.

No quiero que a mí, el dìa de mañana me tengan compasión, no quiero llegar a viejo y decir: "y ahora que? Quiero que ante el solo hecho de pensar que en un futuro bastante lejano tendrè el dìa lunes libre, lo feliz que voy hacer, recordando mi vida bien vivida.
Como ya saben, es mi búsqueda de hoy día, vivir mi vida dentro de mí y no fuera, como mí tío, como el nombre de este blog, como todo lo que no quiero de ser de mí.

Conste que te quiero muchísimo tío mío!

Continuará...

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