viernes, 9 de septiembre de 2011

Salir de la Rutina...

Últimamente no tengo programas repentinos, soy conciente que me he dejado ganar estos últimos años por la rutina, al margen de que nunca fui una persona de improvisar prácticamente nada, inclusive años atrás cuando corría sin pausa entre teatros, ensayos, reuniones de producción, peleas con actores y agentes de prensa. Salvo hasta ayer que me dejé llevar por mi impulso y logré conseguir algo que hacía mucho tiempo no vivenciaba... escaparme de mi rutina.

Ayer llegué a casa al rededor de las 8 30 pm; prendí mi laptop para ver on line los últimos minutos del festejo de los 1500 programas de "Metro y medio" y mientras me disponía a preparar un calzone relleno de tomates secos, albaca y muzarella, con una masa que me había quedado en la heladera del día anterior, cuando de repente sonó el teléfono por primera vez. Realicé una mirada panorámica de mi casa y todo era un verdadero quilombo: tenía ropa para planchar, tenía que pasar la aspiradora, tenía que terminar de subir las fotos de mi último viaje que aún hoy, 2 meses después, me siguen reclamando amigos y familia; tenía que lavar unas camisas, tenía que limpiarle la arena al cat, tenía... en definitiva tenía que seguir con mi rutina diaria. No atendí el teléfono y seguí como si nada hubiera pasado.
La segunda vez que sonó, no lo dude y atendí. Era Pablo, mi amigo de toda la vida que estaba con Leo (Ídem) quien me dijo: - Che nabo querés ir a comer? -. A lo que yo le respondí: - Cuando? -. He inmediatamente llegó su respuesta: - Hoy.
No le dejé tiempo a la duda y mucho menos a la acción de pensar una excusa y dije: - Si acepto.
A los 15min. me pasaron a buscar en auto con destino Plaza Armenia y comimos y bebimos y charlamos y gastamos mucho dinero en un típico restaurante de Palermo H, como dios manda a una zona cada día más sobrevaluada. Tal vez les parezca una pelotudez lo que estoy escribiendo, "Ohh se detiene el mundo porque este pibe salió a comer con sus amigos!". Pero para mí fue muy importante, ese día en particular, poder hacer algo fuera de la rigidez, de la exigencia sin sentido de mi agenda. La misma que muchas veces me ha hecho perder otros "posibles" buenos momentos de mi vida
La cena no tuvo nada del otro mundo: Pablo habló de sus niñas y de su vida familia, Leo habló de sus conquistas sin filtro en su último viaje a Miami y yo un poco del mío a Europa, otro de los lindos momentos que me sacaron de mi rutina del día a día. También hablamos de política y criticamos (Como siempre lo hacemos) alguno de nuestros ex compañeros de la secundaria que aparecen en facebook.
Hacía mucho que no salíamos los tres a comer solos, como en las viejas épocas, sin las niñas de Pablo revoleteando y sin que Leo pueda manejar su indisimulable poca paciencia para con las personas que miden menos de 60cm.
Cuando llegué a casa, pasadas la 1 30 am, pude advertir que el calzone que había dejado en la heladera se había humedecido toda la masa y fue inevitable que se desfondara. El aseo de la casa tuvo que ser reprogramado para otro momento y recién pude dormirme a las 4 am. Al día siguiente fui a la oficina con la camisa arrugada debido a que, como era de esperar, nunca llegué a tenerla lista.
Nada me importó menos, nada me sobresaltó, no me desmoronó romper la rutina a mitad de semana, todo valió la pena y cuyo único fin dependió de una simple salida con amigos.

Es extraño mi accionar, por un lado necesito tener todo agendado y programado min. a min. aunque nada me parece más triste que el hecho de saber "todo" lo que me va a pasar la próxima semana.
Simples contradicciones de la vida; de mi vida y que bien me hace sentir cuando la vivo como protagonista. Aunque en este caso solo se trate de un hecho tan básico ameno y natural como es transitar el tiempo con ellos. 18 años de amistad, increible como nos transpasa la vida...

Good life.


Continuará...

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